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A menor margen, mayor responsabilidad

  • Foto del escritor: Mauricio Uribe López
    Mauricio Uribe López
  • 29 dic 2021
  • 3 Min. de lectura

El contraste entre el plebiscito de 1957 y el del pasado dos de octubre en cuanto a la participación de los ciudadanos es enorme, y si se quiere, vergonzoso. En Benidorm (España), en 1956, Alberto Lleras y Laureano Gómez habían reconocido en forma genérica las responsabilidades de ambos partidos en el desangre de la Violencia. Un año más tarde, en Sitges, acordaron la realización de un plebiscito -en estricto sentido un referendo- para someter a consideración de los colombianos varias reformas a la Constitución de 1886, orientadas básicamente a garantizar la alternancia de los dos partidos en el poder por doce años (extendidos luego a dieciséis), y la distribución paritaria de la burocracia entre liberales y conservadores en todos los niveles de la administración pública. Una vez Gustavo Rojas Pinilla abandonó el poder, la Junta Militar (1957-1958) encargada de la transición, expidió el decreto convocando al plebiscito del primero de diciembre de 1957. Al igual que el pasado dos de octubre, las alternativas eran el Sí y el No. Pero a diferencia de lo ocurrido hace pocos días cuando veintiún millones 800 mil ciudadanos se quedaron en sus casas, llevando la abstención al 62,5 por ciento, en 1957 votaron cuatro millones 396 mil 880 personas, que representaban cerca del ochenta por ciento del censo electoral de la época (unos cinco millones 200 mil ciudadanos). Se trataba de aprobar una democracia “pactada” con algunas limitaciones a la competencia política para superar una guerra civil no declarada que, de acuerdo con las frecuentemente citadas estimaciones de Paul Oquist, generó más de 193 mil muertes y el desplazamiento forzado de unas dos millones de personas. El Frente Nacional planteaba borrón y cuenta nueva y sin embargo, los ciudadanos (incluyendo las mujeres que ejercían por primera vez su derecho al sufragio), no solo acudieron masivamente a las urnas, sino que el 95 por ciento de los votantes aprobó la reforma. Las decisiones relacionadas con los asuntos de la guerra y la paz son las decisiones fundamentales de una comunidad política. Algo funciona muy mal con una democracia que al momento de tomar una decisión crucial exhibe no solo niveles vergonzosos de abstención, sino que en una elección simple entre solo dos alternativas, registra 171 mil votos nulos. En 1957, cuando el nivel educativo era mucho más bajo, solamente 194 votos fueron declarados nulos. Los grandes triunfadores de las elecciones del domingo pasado fueron la apatía, que confirmó nuevamente que en este país cuenta con una abrumadora mayoría, y la mentira. Los que apelan retóricamente a las “mayorías nacionales” deben tomar nota de que las “virtudes” del sujeto político al que hacen referencia son, fundamentalmente, la inercia y la indolencia. La manipulación y la mentira también desempeñaron un papel protagónico en este proceso. Se ofreció la opción de una renegociación y lo que quedó en evidencia esta semana es que se hizo sin haber diseñado una estrategia clara para hacer viable esa promesa. El diseño de esa estrategia no es fácil simple y llanamente porque el Sí y el No eran opciones legítimas pero mutuamente excluyentes. En consecuencia, ahora que los promotores del No -excluyendo por supuesto a los más enconados herederos de Ezequiel Moreno y Miguel Ángel Builes- plantean la posibilidad de “corregir” los acuerdos, se enfrentan a la cuadratura del círculo. Y sin embargo, tienen la obligación de imaginar, contribuir y ceder para encontrar una salida diferente a la reanudación de la guerra, si es que es verdad que su voto por el No era una manera diferente de buscar la paz, como nos lo dijeron. Del mismo modo en que los partidarios del Sí debemos aceptar el resultado del plebiscito y no salir ahora -en forma ex post- con el cuento de que lo podemos ignorar, los del No tienen la responsabilidad de hacer realidad su propuesta de mejorar el acuerdo y hallar, en efecto, la cuadratura del círculo. Cuando John F. Kennedy le ganó a Richard Nixon por una cabeza la carrera hacia la presidencia en 1960, el joven político declaró: “A menor margen, mayor responsabilidad”. Señores del No, lo mismo aplica para ustedes.

Publicada en LA PATRIA de Manizales.

Fecha de publicación: Viernes, Octubre 7, 2016

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