Aprender de Ronald Reagan
- Mauricio Uribe López
- 29 dic 2021
- 3 Min. de lectura
En una entrevista concedida por el célebre filósofo político estadounidense, Michael Sandel, al sitio oficial de noticias de la Universidad de Harvard en la red, éste hace un recuento de su brillante carrera académica. Allí recuerda que siendo muy joven, en 1971, logró que Ronald Reagan, en ese entonces gobernador de California, aceptara asistir a un debate en su escuela secundaria. Deberíamos tomar en cuenta hoy, las lecciones que nos enseña la forma en la que transcurrió esa visita.
Ante dos mil estudiantes que, en general, no simpatizaban con sus posturas políticas, el gobernador contestó pausada y pacientemente, las incómodas preguntas que le hacía el joven Sandel sobre sus motivos para apoyar la guerra de Vietnam, proponer la reducción de los beneficios de la seguridad social, objetar la reducción de la edad para votar, y otras cuestiones difíciles sobre las que los desacuerdos entre el invitado y el auditorio eran abismales. A pesar de ello, el hoy profesor de Harvard recuerda que Reagan, con muy buen humor, se tomó muy en serio cada pregunta y exhibió, en cada una de sus respuestas, una actitud respetuosa hacia los estudiantes. El respeto fue recíproco. Sandel le agradeció al gobernador por haber atendido la invitación y éste a su vez, expresó su gratitud hacia los estudiantes por haberlo recibido y escuchado. Las posiciones de los estudiantes continuaron siendo diametralmente opuestas a las defendidas por Reagan, pero todos se beneficiaron de la oportunidad de contrastar sus argumentos. En ese debate fueron visibles buena parte de las cualidades que llevarían a Ronald Reagan a la Casa Blanca en 1981. Las mismas cualidades de las que carece, evidentemente, alguien como Donald Trump.
Los términos en los que buena parte de los debates públicos de la actualidad tienen lugar, son asombrosamente pobres comparados con lo que sucedía unas cuantas décadas atrás. Paradójicamente, la era de la información se ha hecho cada vez más hostil para la deliberación y el intercambio de opiniones y argumentos sujetos al escrutinio racional. Esa hostilidad se despliega tanto en el escenario global como en el contexto nacional. El ciudadano promedio dedica cada vez menos tiempo a la lectura y los espacios de opinión y debate en los medios audiovisuales, ceden cada vez más terreno frente a la perversa mezcla de noticias y entretenimiento, que tiende a banalizar la información. Internet ha abierto oportunidades para recuperar algo de los canales de expresión de la esfera pública. Sin embargo, las redes sociales están atiborradas de insultos, frases efectistas, burlas y descalificaciones mordaces. No sólo las redes sociales. Esas prácticas también se asoman a debates en foros y congresos.
El poder seductor de la intolerancia y de los discursos del odio y del miedo, nos hacen pensar que la edad de la razón parece haber llegado a su fin. En su libro El Ataque a la Razón publicado en 2007, Al Gore, quien ocupó la vicepresidencia de los Estados Unidos y luego ganó el voto popular, pero perdió las elecciones frente a George W. Bush, retoma las palabras del filósofo alemán Jürgen Habermas para afirmar, que lo que estamos presenciando corresponde a la “refeudalización de la esfera pública”. Roger Cohen, columnista del New York Times lo plantea en estos términos: “El nacionalismo y el autoritarismo, reforzados por la tecnología, se han unido para ejercer nuevas formas de control y manipulación sobre los seres humanos cuya susceptibilidad a la codicia, los prejuicios, la ignorancia, la dominación, la sumisión y el miedo no fue, después de todo, erradicada por la caída del muro de Berlín.”
El espacio para la deliberación y el intercambio racional de ideas está siendo usurpado y sustituido por lo que Cohen llama “fuerzas anti-racionales”. La mentira, la descalificación personal del interlocutor, la calumnia y el agravio se convirtieron en los ingredientes cotidianos de los debates políticos. En Colombia, las pasiones que se avivan hoy vía Twitter con mala redacción y peor ortografía, se atizaban antaño con una oratoria febril, a veces sonora pero también llena de odio. Es mucho lo que los políticos colombianos a la derecha y a la izquierda podrían aprender de la actitud de Ronald Reagan.
Publicada en LA PATRIA de Manizales.
Fecha de publicación:
Viernes, Abril 22, 2016
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