Cinco centavitos
- Mauricio Uribe López
- 29 dic 2021
- 3 Min. de lectura
Diciembre no es un mes fácil. Los encuentros pueden resultar en desencuentros, los gastos suelen exceder los ingresos y aumentar las deudas, las luces y las festividades exacerban los pesares. En estos días muchos sienten con más intensidad que la procesión va por dentro. Los balances personales arrojan saldos rojos que el alcohol y las comidas, obviamente, no pueden cubrir. Esos balances implican una reflexión sobre la felicidad y el buen vivir. No es del todo claro en qué consiste la felicidad. Lo que sí es claro es que no es un objetivo fácil de conseguir. Héctor Ulloa resumió con elocuencia esta dificultad: “quiero comprarle a la vida cinco centavitos de felicidad”. La letra de la popular canción de nuestro recordado Don Chinche refleja una tendencia sistemática y equívoca en nuestra búsqueda de la felicidad: creer que depende de otra persona. La felicidad o al menos su sucedáneo aparentemente más factible, la tranquilidad, es demasiado importante para cada uno como para ponerla en manos de objetos externos o de otras personas. Aunque su filosofía descartaba la posibilidad de una existencia feliz, Arthur Schopenhauer escribió algunos consejos sobre el buen vivir y la felicidad. Esos consejos se acomodan a una declaración condicional: si fuera posible vivir una vida feliz, ciertos aforismos deberían ser tenidos en cuenta. Algunos de los aforismos de Schopenhauer son totalmente anacrónicos y desagradables, especialmente aquellos relacionados con su misoginia y su racismo. Sin embargo, otros resultan ser muy pertinentes. Schopenhauer comienza con la tríada de los bienes de la vida humana propuesta por Aristóteles: los exteriores, los del alma y los del cuerpo. El filósofo alemán reformula esa división proponiendo tres conjuntos: lo que uno es, lo que uno tiene y lo que uno representa. Lo primero corresponde al carácter moral, la inteligencia, el temperamento y la salud, es decir, a la personalidad “en su sentido más alto.” Lo segundo son los bienes y propiedades de diferente tipo. Finalmente, lo tercero tiene que ver con el concepto que los demás tienen de la persona, su opinión sobre esta. El primer conjunto de bienes de la vida humana, “lo que uno es”, es el más importante de todos. La felicidad depende mucho más de la propia individualidad que de lo que se posea o de lo que piensen los demás sobre uno mismo. En palabras de Schopenhauer: “cada cual está forrado en su conciencia como en su piel, y vive solo inmediatamente en ella; así hay poco socorro que pueda venirle de fuera”. Si la propia felicidad se busca en otras personas o depende de ellas, el fracaso está asegurado. Esta perspectiva coincide con la forma en la que muchos psicólogos entienden la cuestión de la autoestima. Esta puede depender de nuestra propia conciencia acerca de nuestros propios méritos o de los juicios de los demás. El sentimiento de autoestima basado en el propio ser interior es más elevado que el que depende del reconocimiento de los otros. Abraham Maslow advertía que el respeto y el reconocimiento son importantes. Sin embargo, estos pueden variar y el sentimiento de uno mismo en su propia valía requiere bases más estables. Además -agregaba Maslow- la autonomía implica un compromiso con los pensamientos, los valores y las acciones propias. No hay autorrealización sin autonomía. Schopenhauer nos anima a cultivar nuestro ser interior porque “cuando más posee en sí mismo, un hombre, menos necesidad tiene del mundo exterior y menos útiles le pueden ser los demás”. No debemos interpretar esto como una apología del ermitaño o una invitación a romper los vínculos con otras personas, animales, plantas o cosas. Es más bien una advertencia: ningún vínculo será constructivo si no hay primero un profundo reconocimiento y enriquecimiento moral, espiritual e intelectual de uno mismo. A pesar de las abismales diferencias entre Schopenhauer y Kant, ambos parecen coincidir en que la primera obligación de una persona es con ella misma. No en clave de un egoísmo patológico, sino en términos de dignidad y responsabilidad moral. Deberíamos sacar un tiempo para retirarnos de las fiestas, tragos y encuentros decembrinos para ir al encuentro de nosotros mismos y así poder tener un poco más que cinco centavitos de felicidad.
Publicada en LA PATRIA de Manizales.
Fecha de publicación: Viernes, Diciembre 27, 2019
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