Comisión de la Verdad: Voces y testimonios de la guerra
- Mauricio Uribe López
- 11 jul 2022
- 3 Min. de lectura
En su “Tractatus Logico-Philosophicus” afirmó Ludwig Wittgenstein: “De lo que se puede hablar, hay que hablar claramente; y de lo que no se puede hablar, hay que callar”. Para el autor del Tractatus, la mordaza del lenguaje hay que buscarla en la lógica: aquello que no tiene sentido es mejor no decirlo. En la guerra colombiana también hay “cuestiones indecibles que son imposibles de nombrar o que se quedan cortas en su enunciación”. Eso es lo que plantea el volumen testimonial del Informe Final de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición: “Cuando los pájaros no cantaban: historias del conflicto armado en Colombia”. La guerra acalla. Por eso, para construir la paz hay que escuchar y hay que hablar. El silencio ha sido protagonista de nuestra guerra, una guerra llena de motivos, excusas y razones y, sin embargo, sin sentido, como toda guerra. “Cuando los pájaros no cantaban” es una frase que los comisionados tomaron prestada de una conversación informal en Sucre y que hace referencia a la relación entre la violencia y el silencio: “Casi que toda violencia tiene como propósito silenciar a otro, a una voz. La muerte es un silenciamiento” dicen los comisionados. Guardar silencio también es un acto de supervivencia. En el informe el silencio aparece, además, como testimonio: “Quizá el silencio sea una forma de testimoniar”. Cuando los pájaros no cantaban corresponde al “Gran Silencio”: sin palabras o sin escucha. La Comisión de la Verdad operó como un dispositivo de escucha para recoger y contar las historias de una guerra que ha hecho de la vida cotidiana el escenario principal de su despliegue. Esta pieza del informe está conformada por tres libros: “el de las anticipaciones”, “el de las devastaciones y la vida” y “el del porvenir”. En el de las anticipaciones hay historias en las que las personas reflexionan acerca de la forma en la que descubrieron que un evento violento estaba a punto de dislocar sus vidas: dolores corporales, pesadillas, corazonadas, señales de la naturaleza, plegarias, señales sagradas. En el de “las devastaciones y la vida” las historias se concentran en la experiencia del sufrimiento y en lo que las víctimas edifican a partir del dolor: “escucha en gesto de porvenir”. Ese libro reconoce en las experiencias de violencia cuatro tipos de fracturas: espaciales (la violencia rompe los lugares de la vida cotidiana); corporales (la violencia deja marcas materiales y simbólicas); del lenguaje (como herramienta de guerra) y, temporales (rupturas de los ritos o las fiestas que marcaban el ritmo de vida de las comunidades). El libro del porvenir indaga acerca de los recursos sociales y culturales con los que cuenta la gente en el entendido de que la construcción de paz no solo depende de la institucionalidad y la estatalidad sino también de las transformaciones de la vida cotidiana, de lo que dan cuenta las secciones del libro: “Dolores que congregan”; “Convivir, significar y resistir”; “Territorios de la Escucha” y “Encuentros”. Este volumen testimonial recoge una polifonía de voces e historias del conflicto armado. Es el resultado de un trabajo llevado a cabo con rigor, sensibilidad, respeto y responsabilidad. Un conjunto de historias que interpelan a una sociedad que no ha aprendido a escuchar y que, con su indiferencia, se convierte en cómplice de las atrocidades de un conflicto violento que aún no somos capaces de dejar atrás. Quienes han descalificado el informe de la Comisión de la Verdad sin siquiera empezar a leerlo, no pueden hablar. Deberían callar.
Fecha de publicación: Viernes, Julio 8, 2022
Publicada en el diario LA PATRIA de Manizales.
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