Justicia transicional y acuerdo sin paz
- Mauricio Uribe López
- 29 dic 2021
- 3 Min. de lectura
Todos sabemos que la implementación del conjunto de los acuerdos de paz -que esperamos se firmen en La Habana este año- plantea enormes problemas y retos difíciles de resolver. Uno de ellos, la ineludible tensión entre valores que acompaña a toda fórmula de justicia transicional. Existe el enorme desafío de persuadir a la población de respaldar el proceso a pesar del inevitable grado de insatisfacción que cualquier fórmula transicional produce, incluyendo por supuesto a aquellas que, precisamente por ser viables, interrogan nuestras intuiciones morales sobre la justicia. Pero, como lo advierte el título de la obra ya clásica del filósofo estadounidense Michael Sandel, existen “los límites de la justicia”. Es decir, nuestras intuiciones sobre un valor en particular -en este caso la justicia- no son las únicas que importan ya que hay otros valores y objetivos que es necesario tomar en consideración.
El reconocimiento de la pluralidad valorativa implica que esas intuiciones nuestras deben ser sometidas a escrutinio, tomando en cuenta otros valores no menos importantes como el de la convivencia pacífica. Ante conflictos irreductibles entre valores no hay respuestas enteramente satisfactorias y tras optar por alguna solución de compromiso, no podemos librarnos de la horrible sensación de haber renunciado -en algún grado- a algo que de todos modos consideramos valioso. A pesar de esa inevitable sensación de pérdida, no parece recomendable la defensa férrea de un solo valor como la justicia, ignorando por completo las consecuencias negativas de una postura inflexible. Por ejemplo, la consecuencia de seguir en una guerra degradada y brutal. Si no existiera esa pluralidad valorativa no habría dilemas morales y ninguna respuesta ante un dilema moral, puede considerarse satisfactoria. Si así fuera, el dilema no habría sido tal.
Los procesos de paz están repletos de dilemas morales y no parece recomendable adoptar -en esas circunstancias- lo que los filósofos políticos llaman una perspectiva deontológica (es decir una defensa radical y estricta de unos principios de justicia) a la hora de buscar un acuerdo que permita poner fin a una guerra. Parece más apropiado un enfoque sensible a las consecuencias (consecuencialista), evaluadas en forma pluralista y no solo en función de un único y exclusivo valor (monismo), tal y como una y otra vez nos lo ha recomendado el economista y filósofo indio Amartya Sen.
Ahora bien, hay un reto adicional y enorme. Se trata de asegurar que los costos morales que asumamos en el proceso con las Farc nos traigan realmente, el beneficio también moral de poner fin a la guerra. En ese contexto preocupa muchísimo la ausencia del Eln en las negociaciones de paz. Esa ausencia nos ubicaría en un escenario en el que la firma con las Farc correspondería a un acuerdo parcial de paz pero no a un acuerdo comprehensivo, es decir, un acuerdo que involucre a todos los competidores armados del Estado y no solo a uno de ellos. Es un acuerdo comprehensivo de paz o un conjunto de acuerdos que involucre a todos los grupos alzados en armas, lo que permite una efectiva terminación de una guerra compleja, con varios actores armados. De lo contrario, por importante y necesario que sea el acuerdo con las Farc, sería uno más en la ya larga historia de acuerdos parciales de paz.
Ya hemos tenido en nuestra historia más reciente varios acuerdos parciales de paz. Por ejemplo, el presidente Virgilio Barco inició un proceso con el M-19, que culminó exitosamente en el gobierno de César Gaviria, quien logró además acuerdos importantes de paz con: el Partido Revolucionario de los Trabajadores PRT, facciones del Ejército Popular de Liberación Epl, el Movimiento Independiente Revolucionario, el Movimiento Quintín Lame y la Corriente de Renovación Socialista, una importante disidencia del Eln. Esos procesos beneficiaron a la democracia en la década de los noventa pero no pusieron fin a la guerra. Durante el gobierno de Álvaro Uribe se desmovilizaron más de treinta mil paramilitares. Tenemos mucha experiencia en procesos de paz pero no en transiciones hacia la paz. Sería muy desconcertante lograr el acuerdo parcial de paz más importante de nuestra historia y todavía seguir con un conflicto armado. Señores del Eln, por favor no nos hagan ese daño.
Publicada en LA PATRIA de Manizales
Fecha de publicación: Lunes, Marzo 28, 2016
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