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Molano, el halcón

  • Foto del escritor: Mauricio Uribe López
    Mauricio Uribe López
  • 29 dic 2021
  • 3 Min. de lectura

Lo que nos faltaba: ¡Cómo se le ocurre al ministro de Defensa declarar enemigo a un país con el que tenemos relaciones diplomáticas desde 1975! En la calle 96 con carrera 11 en Bogotá está la Embajada de la República Islámica de Irán. Nosotros no tenemos embajador en Teherán, así que desde Turquía hay que atender los eventuales asuntos de colombianos en el país persa. Día y medio después de las imprudentes declaraciones de Diego Molano, la cuenta de Twitter de la embajada iraní publicó el siguiente mensaje: “Irán y Colombia son dos países amigos y tienen una histórica relación. La destrucción de esta relación no beneficia a los pueblos de los dos países”. En octubre de 2018, el entonces canciller Carlos Holmes Trujillo recibió, con una sonrisa y un fuerte apretón de manos en el Palacio de San Carlos, las cartas credenciales de Mohammad Ali Ziaei, actual embajador. Los reparos y las explicaciones al gobierno de un país con el que se mantienen relaciones diplomáticas se tramitan a través de una nota oficial de protesta de la cancillería. Pero ese es un trabajo de medio tiempo de la vicepresidenta. Así que Molano, sintiéndose un funcionario de talla mundial, un importante portavoz de la derecha global, aliado de los gringos y de los israelitas, perdió el sentido de las proporciones. No puedo afirmar que perdió aquella virtud que según Aristóteles es peculiar del que gobierna, la prudencia, porque nadie pierde lo que no ha tenido. Si tenemos problemas con un país, destruir la relación con su gobierno no es la manera más aconsejable de resolverlos. Somos un país modesto y vulnerable que está metido en tantos y tan difíciles líos, que resulta temerario buscar pleitos también en el Medio Oriente. Sin embargo, la responsabilidad no es exclusiva de Molano. Duque trató de disimular la embarrada de su ministro poniendo en evidencia una falla de coordinación en el gobierno, uno de sus muchos problemas. Queda claro que haber nacido en el Hospital Militar no brinda las competencias necesarias para desempeñarse en la cartera de defensa. Duque se equivocó al nombrarlo, como lo ha hecho con tantos otros funcionarios cuyos principales méritos consisten en haber sido amigos o compañeros de pupitre del presidente. También se ha equivocado manteniéndolo en el cargo. Diego Molano es el mismo que dirigió el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y que, en ese rol, no aprendió a cultivar la capacidad de conmoverse y en cambio pretendió, ya instalado en el Ministerio de Defensa, justificar los bombardeos en los que murieron niños reclutados por grupos armados, calificándolos como “máquinas de guerra”. Su falta de tacto y su poca sensibilidad lo llevaron a añadir, en unas declaraciones lamentables, que esos niños “dejan de ser víctimas cuando cometen delitos”. Contratar costosas campañas “pedagógicas” que simulan ataques cibernéticos, calificar a las investigaciones de la Fundación para la Libertad de Prensa como “noticias falsas”, proponer la construcción de “protestódromos” para que los movimientos y luchas sociales sean solo espectáculos inocuos e irrelevantes, y atribuirle al narcotráfico el carácter de variable explicativa de todos los problemas nacionales, son apenas algunas de las ocurrencias del ministro Molano. En vista de que al gobierno no se le da eso de la responsabilidad política, seguramente Molano estará en su cargo las 37 semanas que le faltan a esta administración. Crucemos los dedos para que en estas 37 semanas no haya 37 ocurrencias como la de esta semana en Israel. Parece que al señor Molano le gusta su cargo para jugar al halcón, pero al final termina haciendo el oso. Sería hilarante si no fuera tan peligroso.

Publicada en LA PATRIA de Manizales.

Fecha de publicación: Viernes, Noviembre 12, 2021

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