¿Quén dijo miedo?
- Mauricio Uribe López
- 29 dic 2021
- 3 Min. de lectura
En “Ataque a la Razón” publicado en 2007 por el exvicepresidente de los Estados Unidos, Al Gore, este recuerda que Richard Nixon le confió en una ocasión a un interlocutor este pensamiento: “La gente reacciona al miedo, no al amor. No enseñan eso en la escuela, pero es cierto”. Esa afirmación es falsa no tanto por lo que afirma sino por lo que ignora. Ciertamente, esas palabras ignoran el hecho de que en ese entonces y aún hoy, la pulsión motora de las acciones de millones de mujeres, hombres y comunidades enteras es el amor a la urdimbre de la vida. De no ser así, no habría esperanza. No obstante, en las palabras de una mente atrapada en la obsesión por el poder como la de Nixon también hay, desgraciadamente, algo de verdad. El miedo, en un instante, nos sirve para escapar del peligro inminente. Sin embargo, vivir con miedo paraliza, más que al cuerpo, al pensamiento. En esas circunstancias, es difícil apelar a la razón para identificar alternativas políticas. El maniqueísmo, las verdades a medias o las mentiras que sirven para alimentar el miedo y el odio se convierten así, en instrumentos disponibles para ser usados por quienes quieren hacer de la política su propio feudo. El eje izquierda-derecha se ha convertido en una coartada para etiquetar, exagerar, simplificar y ocultar las complejidades de la vida política y, sobre todo, para usar permanentemente el recurso del muñeco de paja, es decir, caricaturizar, tergiversar y retorcer los argumentos ajenos con el fin de “demostrar” las “verdades” propias y las “mentiras” ajenas. Es desconcertante cómo los debates políticos son cada vez menos un diálogo para exponer las diferentes facetas de un problema, de una decisión o de un líder político. Todo se reduce a afirmaciones breves, efectistas, simplistas. El ser político es un ser que habla. Hablar es exponer argumentos, revisarlos a la luz de su propia consistencia lógica y de las evidencias disponibles, sopesar esas mismas evidencias. Hablar es también escuchar para identificar en la perspectiva del otro, las facetas que ignoramos del asunto. Así las cosas, el eje izquierda-derecha es el agrupamiento de tribus cuyos miembros están siempre dispuestos a excusar los errores o los horrores de los miembros de su propia tribu y ansiosos de señalar los de los miembros de la otra tribu. La división entre izquierda y derecha agrupa tribus que son, en última instancia, reflejo la una de la otra. Descalificar reclamos, advertencias, evidencias y personas solo por su ubicación en el eje izquierda y derecha, abre la oportunidad a los extremistas de lado y lado de reducirlo todo a una cuestión de blanco y negro. En esas circunstancias no hay diálogo. Sin diálogo, lo único que se marchita no es la razón. Sin diálogo también se marchita la empatía. Las mujeres y hombres que por ser líderes sociales y ambientalistas son asesinados en Colombia, las niñas y los niños que son reclutados por grupos armados ilegales y bombardeados por el Estado, los soldados y policías que son emboscados y asesinados, la niñez que busca calmar el hambre esculcando entre las basuras, los indígenas que pasados cinco siglos siguen siendo masacrados, los escoltas que mueren protegiendo a alguien amenazado, los jóvenes que no acceden a educación de buena calidad o que no hallan empleos dignos y bien remunerados, los que quieren hacer empresa y terminan ahogados en deudas, las familias campesinas que están cada vez más acorraladas por la agroindustria, la minería y los megaproyectos, la gente de la tercera edad que recibe pensiones que no alcanzan para una vida digna o que, simplemente, no reciben nada. Esas son razones suficientes para detener al país un día y alzar la voz. La protesta social no es de izquierda o de derecha, es la necesidad de señalar las injusticias de nuestra sociedad y empezar a actuar para resolverlas. Quieren ahogar las voces y las razones de la inconformidad con la política del miedo. Quienes atizan la división entre izquierda y derecha quieren que los conflictos sociales sean sustituidos por la violencia y la autodestrucción. Que el 21 de noviembre nuestra pulsión motora sea el amor y no el miedo.
Publicado en LA PATRIA de Manizales.
Fecha de publicación: Viernes, Noviembre 15, 2019
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