Una pola, por favor
- Mauricio Uribe López
- 29 dic 2021
- 3 Min. de lectura
Ernesto Arango era un “goterero” contador de historias y amigo de Jairo, el guapo protagonista de Aire de Tango (1973) de Manuel Mejía Vallejo. Me parece que una buena definición de lo que es un “guapo” está en ese viejo tango, Sangre Maleva donde el zurdo Cruz Medina es: “noble y servicial”, “hombre entre los hombres”, “taita entre matones”. Jairo era un guapo de la Medellín de mediados del siglo XX, una ciudad que como Manizales ha sido muy aguardientera. Algún fanático del guaro debió ser el autor del refrán: “Quien nísperos come / y bebe cerveza / y calza alpargates / y besa a una vieja, / ni come, ni bebe/ ni calza, ni besa”. A lo que Ernesto Arango riposta: “nada como la cervecita helada en el guayabo, curar con pelos de la misma perra”. La cerveza es casi tan antigua como la agricultura y las matemáticas. Rastrear sus orígenes nos lleva a Mesopotamia. Los egipcios incorporaron la malta y refinaron su sabor con miel y jengibre. Y fue en los monasterios de la Europa medieval donde le añadieron la flor del lúpulo, cuyo ácido no solo contrarresta el sabor dulce de la malta, sino que aporta un leve efecto antibiótico. Apellidos como Meyer, Sayer y Cantrell figuran en la historia de las primeras cervecerías colombianas. La lengua castellana y la filología no fueron los únicos intereses de Rufino José Cuervo: con su hermano fundó en Bogotá en 1871 la Fábrica de Cervezas Cuervo. En Medellín, Bucaramanga e Ibagué también funcionaron algunas cervecerías a fines del siglo XIX. Emile y Leo Kopp, dos alemanes que fabricaron cerveza en Socorro (Santander), fundaron Bavaria en el barrio San Diego de Bogotá. Para celebrar el primer centenario de nuestra independencia, Bavaria rindió homenaje a Policarpa Salavarrieta sacando al mercado la cerveza “La Pola”. Así que una de las heroínas de nuestra independencia está presente cada vez que le proponemos a alguien tomar unas “politas”. En la década de 1920 se crea la Colombiana de Cervezas de Manizales que comercializa las marcas Lactina, Gacela y Póker. En la actualidad, además de las cervezas industriales, se estima que hay unas 255 cervecerías artesanales en todo el país, fruto de valiosas iniciativas empresariales locales. Las noticias sobre la escasez de cerveza en Colombia amenazan con amargarle -y no precisamente con lúpulo- la fiesta a más de uno. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, el consumo de cerveza representa el 71,3% del consumo de bebidas alcohólicas en Colombia. En el mundo es una bebida casi tan popular como el té o el café. Esa escasez es, en parte, otra de las consecuencias del Covid-19. La pandemia conllevó restricciones en muchos puertos y con ellas, interrupciones en el ciclo del comercio marítimo a nivel global. De ahí la escasez de contenedores para el transporte de insumos, entre ellos, los que importamos para producir cerveza. Esperemos que tanto las cervecerías industriales como las artesanales logren superar esta coyuntura de escasez de insumos y aumento de la demanda para que al decir: “una pola, por favor”, no nos encontremos con un frío y desolador: “no hay”. Para los antiguos y sabios egipcios, la cerveza era la bebida principal, creación de Osiris, inventor de la agricultura y espíritu de los cereales. Quizá ese origen divino es el que hace que al tomar una cerveza uno se componga y piense: “todo está bien”. Compartir un par de cervezas es compartir un buen momento y como decía Ernesto Arango: “la vida se nos va pero el momento queda” ¡Salud!
Publicado en LA PATRIA de Manizales
Fecha de publicación: Viernes, Diciembre 24, 2021
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